Retomamos este artículo donde lo dejamos en la primera parte, y ojo porque vienen curvas.

Las vistas aéreas molan!

Si dejamos de lado todos estos juegos bastante realistas (los que hemos visto en la primera parte del artículo), que nos sitúan a pie de carretera en modo simulación (ya sea con la cámara desde los controles del vehículo mostrando el punto de vista del piloto, o justo desde detrás), vemos que pronto se abrió paso otro tipo de videojuegos mucho más arcade, basados en la diversión y la locura de las carreras y desviados de la simulación deportiva. Para ello los programadores se dieron cuenta que había que cambiar la perspectiva, ¿y si lo enseñamos desde arriba, para que se vea el circuito completo y todos los corredores? 

Esa fue la idea y punto de partida de arcades tan emblemáticos como Super Sprint, Super Off Road o Badlands, que cogían la eficaz idea de plasmar un nivel como si de PacMan se tratase, con vista cenital, y que el jugador pudiese ver el circuito completo desde arriba, con una perspectiva aérea de la situación de su vehículo y de todos los demás. Esto ofrecía grandes dosis de diversión, ya muy alejada de la simulación, al poder prever todas las curvas, distancia a la que están los rivales, adelantamientos, choques y de todo. 

Normalmente estos títulos presentaban una pantalla estática y sin scroll, y para ser justos la vista no era completamente aérea, sinó que la perspectiva estaba ligeramente inclinada de forma isométrica. Pero los chicos de Magnetic Fields quisieron ir un paso más allá, se les ocurrió mover la perspectiva hasta conseguir una vista completamente aérea y ponerle scroll multidireccional al circuito (como un Gauntlet pero con vehículos), y así nació Super Cars (Gremlin – Magnetic Fields, 1990), publicado por los laureados Gremlin Graphics. El amor por los juegos de carreras de Shaun Southern y Andrew Morris era algo incontestable y digno de estudio, posteriormente serían los padres de la saga Lotus Turbo Challenge, pero antes lograron que nos lo pasáramos bomba con Super Cars

Se trata de un divertidísimo juego de acción consistente en carreras de coches ambientadas en un mundo ficticio de pseudo-fantasía, donde las competiciones locas y violentas están al orden del día, y tenemos que competir con un montón de pilotos para conseguir la victoria, a base de adelantamientos furtivos, golpes, misiles y disparos de todo tipo. Para la ocasión contaron con la música de Ben Daglish, que también compuso las melodías de Lotus I

Al empezar el juego un par de presentadores de televisión nos introducen a la competición de este deporte un poco asalvajado y loco, que al parecer es mainstream y un espectáculo muy de moda. Como si fuera lo más normal del mundo ir lanzando misiles a los contrincantes para reducirlos a cenizas y así adelantarlos. El juego ofrece 4 niveles de dificultad, cada uno de ellos compuesto por 9 circuitos que podemos correr en el orden que queramos. Además, en cada nivel los circuitos son distintos, así que realmente tienes 36 circuitos diferentes, y compites contra unos cuantos coches (todos de color amarillo) y poco a poco el número de contrincantes va aumentando. El objetivo es quedar como mínimo entre los 3 primeros (de lo contrario se acaba la partida), e ir sumando puntos en la clasificación general, y cuanto mejores sean tus clasificaciones más dinero ganas tras cada carrera, que después puedes utilizar en el garaje para comprar mejoras para el coche (motor, neumáticos…) y armamento de ataque y defensa (misiles, blindaje…), o incluso para adquirir un coche nuevo (en las oficinas podemos regatear con un comercial para intentar vender el nuestro y llevarnos otro). 

Inicialmente se nos muestran los tres coches disponibles para comprar con el crédito de inicio de partida, son 3 flamantes deportivos con nombres inventados que están basados en modelos reales de Honda o Alfa Romeo. Después nos lanzamos a la carrera escogiendo cualquiera de los 9 circuitos disponibles, y ya tenemos licencia para empujar y sacar de enmedio a los contrincantes, adelantarles o lanzarles misiles y reventarlos (tanto hacia adelante para los que nos sacan ventaja, como hacia atrás para deshacernos de los perseguidores), en cuanto tengamos pasta para comprarlos. El ritmo de juego es alto, amenizado por la música de Barry Leitch durante la partida, te encuentras con túneles, choques, puentes, manchas de aceite que te hacen patinar, de barro… y cuando menos te lo esperas llega uno y te hace volar por los aires, especialmente en los niveles de dificultad más altos, donde los circuitos se vuelven más complicados y endiablados, con curvas chungas y rivales con muy mala leche. 

Disponemos de barras de energía del motor, la carrocería y la gasolina, que van disminuyendo durante la carrera, y especialmente después de chocar con otros coches, con las vallas laterales o tras hacernos explotar. Si las barras se agotan la carrera también termina. Afortunadamente, al finalizar podremos pasar por el taller y reparar el coche todo lo posible, antes de lanzarnos a comprar mejoras para el motor o misiles es mejor mirar primero cómo tenemos el vehículo, ya que si no lo reparamos empezaremos el siguiente circuito hechos polvo y con las barras de energía casi agotadas, y duraremos un suspiro sobre el asfalto. 

Los gráficos son en general bastante buenos en todas las pantallas de presentación, menús y esquemas de los coches, aunque durante las carreras son algo más sencillos y les falta un poco de detalle, pero queda compensado con su fantástica jugabilidad. En definitiva, resulta un juego muy divertido y entretenido, sobre todo para los amantes como yo de estas carreras con vista aérea, aunque siempre he pensado que le falta un modo de dos jugadores, lo cual habría sido increíble.  

 Afortunadamente Gremlin se dio cuenta de todo esto rápidamente, así que no tardaron en lanzar su secuela, que es uno de los mejores y más divertidos títulos que jamás he jugado en un Atari ST, el aclamado Super Cars II (Gremlin – Magnetic Fields, 1991). Una flamante continuación que recoge todo lo bueno de la primera parte y lo mejora, para elevarlo al siguiente nivel y potenciarlo con sustanciosas adiciones, como el divertidísimo modo de dos jugadores a pantalla partida, o la inclusión de muchos más modelos de misiles, minas y ataques varios, rampas salvajes y mucho más.

La de tardes que me pasé con mis amigos compitiendo en infinidad de carreras con este juego! Cosiéndonos a misilazos, codazos y empujándonos por rampas imposibles y otras salvajadas. Es uno de los más divertidos para jugar con tus amigos, y solo para fastidiar podías dejar incluso de reparar el coche, solo para tener más dinero, comprar un misil teledirigido y lanzárselo a tu colega (da igual la puntería que tuvieras, el misil le perseguía hasta matarlo, y eso que sabías que tú no ibas a poder acabar la carrera tampoco, pero no importaba). Por no mencionar la satisfacción que producía colocarse en primer lugar e ir dejando un rastro de minas (también conocidas como “cagarros”) a nuestro paso, a modo de regalitos para todos nuestros perseguidores, y ver cómo se volvían locos chocándose entre ellos, lanzándose hacia los lados y comiéndose las vallas para evitar pisar una mina.  

En esta ocasión los gráficos son muchos más detallados, tanto los sprites de los coches como las explosiones y los circuitos, con las texturas de la carretera, las cuestas, ondulaciones y cambios de rasante, y los paisajes en los márgenes. Con la composición musical pasó igual que en la saga Lotus, para la segunda parte pasaron de Ben Daglish y se la encargaron Barry Leitch, entregando una excelente melodía en todos los menús, que se te queda grabada para siempre, aunque durante el juego solo escuchamos efectos de sonido estándar (ruido del motor, explosiones), como en Lotus II. Una curiosidad (quizá sea un easter egg!) de la que me percaté no hace mucho, y de la que nunca he visto que nadie hable en reviews o vídeos de este juego, es que en la pantalla de créditos el nombre del compositor está escrito como Barry “Leech” (en lugar de Leitch), y esto puede ser un simple error tipográfico o una broma y un guiño de los creadores del juego, ya que en la clasificación los nombres de los pilotos aparecen también mal escritos (porque no disponían de los derechos de la federación), y podíamos ver cosas como “Nijel Mansail”, “Ayrton Sendup”, “Mickey Louder” o “Nelson Pickets”, lo cual hacía que me mease de risa cuando era jovencito.

El juego dispone de 3 niveles (fácil, medio y alto), con 10 pistas en cada nivel. Todas son distintas, las del nivel fácil son bastante asequibles pero a partir del nivel medio los circuitos empiezan a complicarse considerablemente, aparecen cruces endiablados, saltos, puertas corredizas que si te pillan te aplastan, diversas rampas frenéticas encadenadas, y vías de tren con su correspondiente ferrocarril en mitad del circuito (!!), que te atropella como si nada si te cruzas con él. Es preciso acabar entre los 5 primeros para seguir adelante, y en esta ocasión los coches rivales son de color gris claro. También podemos escoger el control de conducción, entre aceleración automática con frenado mediante el botón del joystick, o aceleración con el botón (y frenas al dejar de pulsar). 

Otra de las novedades son las preguntas a las que te someten diversos reporteros de televisión o agentes de la ley después de las carreras, si respondes correctamente ganas puntos de clasificación y dinero para comprar armamento y mejorar el coche, pero si te equivocas el efecto es el inverso. Francamente, nunca sé qué responder en estos cuestionarios y siempre me equivoco, así que de toda la vida lo que he hecho es desactivar esta opción y listo. El armamento también tiene numerosas novedades que puedes adquirir en la tienda, y esta vez también puedes vender lo que te sobre si necesitas dinero para reparar tu maltrecho coche después de una carrera devastadora. Empiezas con 3 cohetes delanteros y 3 traseros, y luego puedes adquirir misiles teledirigidos (que al ser lanzados persiguen al coche más próximo y es casi imposible esquivarlos), minas terrestres, misiles tornado (que dan vueltas alrededor de tu coche y se comen a cualquiera que se te acerque), arietes (que te permiten abrirte paso cuando hay muchos rivales cerca, ya que explotan al entrar en contacto con tu coche) o un escudo de protección. 

Aunque sin duda alguna la novedad más interesante es el modo de dos jugadores. Puedes jugar con un amigo a pantalla partida, lo cual multiplica infinitamente la diversión. No hay nada como lanzarle unos cuantos misiles y ver cómo corre despavorido tomando inútilmente curvas imposibles para intentar esquivarlo, o dejarle regalitos en forma de minas cuando te persigue. Pero cuidado, a medida que los niveles avanzan los demás pilotos se vuelven más agresivos y llegan armados hasta los dientes, así que no pararás de volar por los aires una y otra vez, hasta que la energía de tu marcador llegue al mínimo (ahora ya no hay tres barras de energía, se concentra todo en una para hacerlo más sencillo). Esto lo convierte más en un juego de combate que en uno de carreras, ya que lo importante a partir del nivel medio es sobrevivir y llevarte por delante a cuantos más mejor, da igual si ganas o no la carrera, preocúpate por llegar entero a la meta. 

Pocas veces me habré reído tanto como lo he hecho con esta locura de juego en el modo de 2 jugadores. Las desternillantes situaciones que se producen te hacen gritar al ver que no paras de explotar una y otra vez, por no hablar del objetivo intrínseco en cada partida de tener que reventar a tu amigo, así que te guardas todos los misiles durante la carrera hasta que os cruzáis, y entonces empieza una guerra sin cuartel. Se dan situaciones hilarantes, como la difícil elección en décimas de segundo entre dos rutas en un mismo circuito, una lenta pero segura y más larga, y otra rápida pero endiablada, especialmente cuando contiene puertas automáticas: ¿qué hago, paso o no paso? Si se abre ahora y paso, acorto camino y quizá engancho 3 puertas seguidas abiertas, reduciendo recorrido enormemente y adelantando a todo el mundo, pero seguro que si paso justo ahora se me cierra y me pilla de pleno… Lo mismo sucede cuando innumerables vías de tren se cruzan por el circuito (madre de Dios, a quién se le ocurre poner un tren en mitad de un juego de carreras!), cuando menos te lo esperas pasa el tren y te hace trizas. Resulta descacharrante llegar a la vía, ver cómo viene el tren y pegar un frenazo para que no te alcance, te quedas justo a un milímetro mientras pasa, pero todos los coches que te siguen no frenan, así que chocan contigo y te catapultan contra el tren de todas formas. 

A medida que avanzas en el juego los rivales corren más y más, y te encuentras con que vas demasiado lento, así que debes apresurarte a conseguir dinero para comprar un motor más potente o aumentar la aceleración. Esto se vuelve especialmente esencial en el nivel difícil, donde los oponentes son prácticamente máquinas de matar, y los circuitos resultan pistas mortales de auténtica locura, verás que se encadenan tres o cuatro rampas seguidas, múltiples trenes, cruces de caminos, puertas automáticas asesinas, y como no tengas el coche bien equipado y con el arsenal lleno, lo llevas claro. Con todo, resulta un título imprescindible que garantiza diversión y locura a raudales. Sin él hubiera sido impensable la aparición de juegos posteriores para Megadrive o Super Nintendo como Rock ‘n Roll Racing o Micromachines, de los cuales este Super Cars II es el padre.

Pero Super Cars no fue el único juego de carreras de vista aérea con scrolling que emergió, al parecer la idea cuajó entre el público y ese mismo año se publicaron otros dos títulos que poco o nada tenían que envidiarle. El primero de ellos es Nitro (Psygnosis, 1990), y estamos hablando del título de Atari ST que más veces habré jugado en mi vida, junto con Super Cars II y Bomb Jack. 

Como hemos visto en otros artículos, Psygnosis eran unos maestros a la hora de crear maravillas de fantasía, muchas veces futurista, con un cuidado apartado artístico. Ellos fueron los padres de Blood Money, Lemmings, The Killing Game Show o Shadow of the Beast, por poner algunos ejemplos. En Nitro cogen el testigo del primer Super Cars y elevan la apuesta a un mundo futurista post-apocalíptico con unos movimientos más rápidos, un scroll más suave y fluido y una velocidad superior, todo ello englobado en unos excelentes gráficos mucho más detallados y coloridos.

El juego está altamente inspirado en la trilogía de Mad Max, y nos sitúa en un mundo distópico de ambientación cyberpunk devastado por alguna guerra nuclear, donde las luchas en la carretera por conseguir gasolina representan una necesaria batalla diaria por la supervivencia, y aquí es donde entramos nosotros, ¿os suena de algo? La misma portada del juego recuerda enormemente a Mad Max y sus coches de combate de El Guerrero de la Carretera, y especialmente los de su tercera parte, Más allá de la Cúpula del Trueno, donde aparece el personaje de Aunty Entity (Tía Ama) interpretado por Tina Turner, que con sus pelos desgarbados es clavadita a la mujer que aparece en esta portada de Nitro junto al piloto cyberpunk subido al coche. Esta fantástica portada es una lámina de Jim Burns, ilustrador de gran renombre caracterizado por sus dibujos de fantasía futurista, que ha realizado innumerables trabajos para todo tipo de libros, películas y videojuegos (entre los más recientes se encuentra la portada del libro Game of Thrones, la 1ª entrega de Canción de Hielo y Fuego, de George R. Martin). 

Nitro presenta un scroll vertical donde recorremos la carretera de abajo hasta arriba (la versión de Amiga ofrece scroll multidireccional y música durante el juego, a diferencia de la versión para ST con música solamente en los menús y entre carreras). En este caso las carreras son prácticamente lo de menos, lo importante es tener gasolina para continuar con la partida. Competimos en cada carrera con otros 3 coches, aunque pronto queda claro que esto no es en realidad una carrera sinó una salvaje competencia por conseguir combustible y sobrevivir en este mundo devastado, y es que durante la partida aparecen constantemente bidones de gasolina que debemos cazar al vuelo, o billetes que flotan en el aire y si nos hacemos con ellos podremos comprar mejoras para el coche posteriormente en la tienda. Por supuesto, si quedas primero consigues más dinero (600 billetes) para comprar gasolina, así que te interesa ganar, pero si quedas último no pasa nada, la partida sigue hasta que tu nivel de combustible llega a 0, el coche se para y se acabó el juego. Esto llega a convertirse en algo tan desesperante que pronto ves que no se trata de carreras sinó de sobrevivir, a menudo abandonarás tu primera posición justo antes de llegar a la meta para lanzarte sobre un bidón de gasolina o sobre un billete, aunque eso signifique quedar el último, así de hilarante y loco se vuelve este juego cuando avanzas unos niveles. 

Al inicio podemos escoger entre tres pilotos, según manejemos el joystick 1, el 2 o el teclado (si solo hay 1 jugador, los otros los maneja el ordenador), representados por personajes inspirados en Clint Eastwood (coche blanco), James Bond (coche rojo) y Rambo (coche amarillo), pero en clave cyberpunk. Y sí, efectivamente, el juego permite partidas de hasta 3 jugadores a la vez, por eso este título debe ser el que más he jugado en la vida con mis amigos, la cantidad de horas de diversión acumuladas y tardes de competición feroz habré acumulado en mi habitación hace años! Hay muy pocos juegos para ST que permitan un modo de 3 jugadores simultáneos, y sin duda este es el mejor de ellos. Un aspecto interesante es que la pantalla no se divide, todos los jugadores (el último coche de los 4 que participan en cada carrera siempre lo maneja la CPU) participan en la misma pantalla, y si el scroll alcanza al último de modo que no cabría en pantalla, automáticamente es trasladado o arrastrado unos metros más arriba, para que no desaparezca ni quede descolgado y pueda seguir en carrera. 

Después podemos escoger entre 3 modelos de coches: un fórmula 1, un deportivo y un buggy, y pasamos por la tienda donde debemos equiparlo, algo especialmente útil después de cada carrera (o mejor dicho, prueba de supervivencia). Podemos adquirir nitros (turbos), mejorar la aceleración, el motor, la tracción, reparar los daños sufridos durante la carrera, cambiar de coche o comprar gasolina. Al principio necesitas mejorar la tracción porque el coche se te va mucho en las curvas y giros endiablados, y quieres más motor o aceleración para correr más y que los adversarios no se te escapen, lógico, pero al cabo de poco no haces otra cosa que comprar más y más gasolina (además de la que puedas recolectar durante la carrera). De hecho, la clave para completar el juego es, una vez tienes el coche mínimanente tuneado, gastar todos los billetes en combustible, aunque lo tengas a tutiplén, para estar preparado cuando lleguen los niveles más difíciles y no ganes ni una carrera, no tengas dinero y ya no puedas comprar gasolina. 

El juego tiene 32 carreras en total, divididas en 4 niveles de 8 carreras. Cada 4 carreras compites en un escenario de noche, completamente a oscuras y solo iluminado por los faros de cada coche. Esto resulta bastante difícil porque no tienes apenas visibilidad y no paras de chocarte con todo, ya que las carreras no son en absoluto lineales, tienes que torcer constantemente a izquierda y derecha, optar entre varias rutas sin saber a dónde vas a llegar, volver atrás y retomar el camino, o te das de bruces con barreras, tuberías, oleoductos, casas, farolas o árboles, lo cual te hace rebotar como una peonza y te deja el coche titubeante y mareado, de manera que pierdes el control durante los siguientes 4 ó 5 segundos y apenas lo puedes controlar para seguir avanzando. Imagínate si además tienes que hacer todo esto a oscuras! Con un par de amigos compitiendo contigo, las risas y la desesperación están aseguradas. 

Para más inri, también te encontrarás con todo tipo de obstáculos, como agujeros, conos, aceite que resbala hasta límites exagerados y te lanza contra las barreras haciéndote rebotar, chicles gigantes que se te pegan a las ruedas y no puedes avanzar, coches y camiones que circulan alegremente a su aire y se cruzan contigo, o peatones que lanzan balones de rugby. Todo ello resulta surrealista y trepidante, y asegura loquísimas carreras de infarto. 

En el primer nivel empezamos en la ciudad, donde todavía no ha llegado la devastación. Nos movemos en un entorno urbano con sus calles ordenadas, casas con jardines cuidados, farolas, etc, y también un montón de coches que circulan perpendicularmente por las avenidas y se nos echan encima. El recorrido completo es sobre asfalto, así que aquí lo más recomendable es usar siempre el fórmula 1. El segundo nivel transcurre a las afueras de la ciudad, en el campo, en un entorno rural, donde en las 4 primeras carreras seguimos sobre asfalto (aquí podemos continuar con el fórmula 1) con paisajes campestres a los lados, granjas, árboles, camiones, lagos y casas de campo, y a partir de la 5ª carrera nos conviene cambiar de coche y usar el turbo buggy, porque circulamos sobre tierra y hierba.

A partir de aquí, lo más recomendable es no cambiar más de coche, y gastar todo el dinero acumulado en gasolina, ya que por ejemplo el tercer nivel es el desierto, y el buggy nos va perfecto para circular sobre arena y dunas, en un escenario lleno de palmeras, oleoductos, trailers en ruinas abandonados, y deberemos afrontar algunas zonas de navegación sin rumbo establecido, sin carretera o ruta clara a seguir, simplemente abriéndonos paso a través de la arena y las palmeras a base de orientación y frenazos (aquí la carrera de orientación nocturna es especialmente una pesadilla y solo deseas que acabe). El último nivel es una ciudad devastada en ruinas, se parece a la primera pero como si una guerra la hubiese arrasado (incluso hay cazas y aviones de guerra aparcados en mitad de las calles). Las carreteras están destrozadas, con socavones, grietas, pintadas sobre el asfalto y cráteres, las casas aparecen en ruinas o con agujeros en el techo y el terreno está lleno de piedras, ruinas y puentes rotos. Al cruzar algunas superficies de cemento o piedra el coche pierde estabilidad y apenas puedes controlarlo, y aunque hay muchas partes de asfalto aquí es mejor utilizar el buggy antes que el fórmula 1 o el deportivo.

Lo más desternillante es el modo de 3 jugadores, especialmente cuando uno de tus amigos cree haber tomado un atajo y os adelanta a todos, para luego encontrarse con un callejón sin salida o una valla de acero que le impide el paso. Los piques, adelantamientos furtivos y empujones para sacarte de la carretera están asegurados. Incluso años después, cuando todo el mundo ya tenía un PC o una Megadrive / Super Nintendo, recuerdo que todavía nos reuníamos en mi casa para desempolvar mi Atari ST y echar unas partidas a Nitro, un clásico atemporal e imperecedero, muchas veces infravalorado y olvidado, que no tiene precio. 

Y ya para acabar, el otro juego aparecido el mismo año que Super Cars que es absolutamente necesario comentar es Jupiter’s Masterdrive (P.O.F. Corporation – Ubi Soft, 1990). Este título recoge lo mejor de los otros dos, es decir, la competición pura en carreras a varias vueltas en circuitos cerrados de Super Cars y la ambientación de fantasía futurista y la velocidad de Nitro.  

Mucho antes de convertirse en un gigante de los videojuegos y en el mayor desarrollador del planeta (responsable de juegos como Rayman o Assassin’s Creed), los franceses Ubi Soft tenían a principios de los 90 una compañía normal, que había desarrollado para Atari ST juegos como Skateball o The Intruder, y publicado títulos como Dyna Blaster de Hudson Soft o la saga Pro Tennis Tour de Blue Byte. Hasta que P.O.F. Corporation se sacó de la manga esta maravilla técnica que es Jupiter’s Masterdrive, ambientada en el 5º milenio, donde aparentemente los deportes violentos televisados han sido prohibidos por su peligrosidad (maldición!),  pero por suerte cada año se organiza un campeonato llamado Masterdrive en el planeta Júpiter (aleluya!) con vehículos salvajemente preparados y armados, controlados por vía remota, así todo el mundo sale ileso y el espectáculo está garantizado, generando una gran expectación mainstream en la tele. 

Tú también puedes participar en el torneo, que se desarrolla en 9 de las tropecientas lunas o satélites de Júpiter. En cada luna puedes correr una carrera y participar en una competición de bonus con radar, así que en total te esperan 18 duras pruebas para convertirte en el masterdrive de Júpiter y tener el mundo a tus piés. ¿Aceptas el reto? 

Bueno, no te alteres, si te parece complicado primero puedes aprender en el modo práctica, y así seleccionar cualquiera de los 9 planetas que aparecen en el mapa inicial, y acostumbrarte a su movimiento frenético y velocidad endiablada. Porque realmente el scroll multidireccional se mueve muy rápido, al principio resulta vertiginoso y casi imposible no chocarse o salirse constantemente de la pista (como pasará unos años después con Micromachines), pero pronto te acostumbras. Además, aquí puedes disparar proyectiles a los otros corredores, pero no los puedes hacer explotar (lástima!), solo los desestabilizas un poco para que peguen un par de trompos. Pero ojo con el hielo que patina, el pegamento y los campos de fuerza! Igual deberías practicar un poco más… 

Vale, ahora ya te sientes preparado, ya iba siendo hora. Puedes adentrarte en el campeonato y que sea lo que dios quiera. Empiezas en el planeta o satélite más fácil, y vas compitiendo con otros dos pilotos a través de desiertos, hielo, planetas desolados, volcánicos y mucho más, y deberás utilizar diferentes vehículos, como un bólido futurista o un hovercraft para surcar el hielo. Los gráficos no están mal, no son los de Nitro pero cumplen su función, y la música corre a cargo del mítico y aclamado David Whittaker, compositor de múltiples melodías para Atari ST como las de Epic, Lemmings II, Shadow of the Beast, Speedball o Xenon

A la derecha de la pantalla disponemos de un marcador con un mapa muy útil (especialmente en los niveles donde hay múltiples caminos a escoger y te pierdes con facilidad), un contador de tiempo, velocidad, y la barra de daños y gasolina. Es importante ir recolectando powerups de gasolina durante la carrera y restituir todo el daño recibido, porque si llegamos a explotar tendremos que comprar otro vehículo, y eso cuesta una pasta. Los múltiples powerups durante la partida incluyen munición, tiempo extra, invencibilidad, turbos… y cuantas más carreras ganemos y mejor clasificados quedemos, más dinero tendremos para gastar en la tienda. Además, en las pantallas de bonus competimos 1 contra 1 en un escenario yermo y laberíntico, sin apenas trazado y sin dirección a seguir, donde van apareciendo 10 objetos de bonus en el radar y debemos lanzarnos a por ellos antes que lo haga nuestro adversario, guiándonos por la navegación del radar. Esta variante del juego resulta muy divertida y original, para romper con la mecánica tradicional de dar vueltas al circuito en modo carrera.

Los nombres de los planetas o lunas de Júpiter se corresponden con los reales, y cada uno tiene un diseño diferente y unas características progresivamente más sorprendentes y difíciles. El primero es Amalthea, futurista, robótico y metálico. El segundo, Io, es un desierto con pirámides. Después viene Europa, un planeta rojo con cráteres volcánicos. Ganymede es el 4º, compuesto por hielo y campos de fuerza, donde pilotamos un hovercraft difícil de manejar, que rebota mucho y patina como un loco. El 5º es Calisto, donde circulamos por las calles de una ciudad. Después vamos a Leda, con un fórmula 1 circulamos por una especie de barrio residencial futurista en mitad del campo, con casas y césped. El 7º es Himalia, compuesto por lava y campos de fuerza un poco molestos. El 8º se llama Elara y está hecho de partes de tierra y cemento. Y el 9º y último es Pasihae, un escenario futurista y metálico, excesivamente plagado de campos magnéticos. 

En general el juego es una maravilla, su velocidad y scroll suave no son de este mundo, y el modo de dos jugadores a pantalla partida asegura risas y diversión por doquier. Algunos de los últimos planetas son un poco difíciles, pero es normal y lógico, y a veces se pierde la dinámica de un circuito de carreras porque hay tantas bifurcaciones y caminos alternativos que ya no sabes ni por dónde vas, además aparecen a menudo unas flechas de dirección en el suelo que cuando las atraviesas resultan ser campos de fuerza, y te llevan en mil direcciones, lo cual es bastante molesto y rompe la carrera. Pero eso no quita que sea un título muy disfrutable y recomendable, especialmente si te van los juegos de conducción con vista cenital. 

Y hasta aquí hemos llegado en esta selección, muy personal, de algunos de los mejores títulos de carreras para nuestro amado Atari ST. Podría haber incluido tropecientos juegos más, que al final se quedan en el tintero porque no caben todos. Por ejemplo podemos hacer mención de Nigel Mansell’s World Championship (Gremlin Graphics, 1993), otro simulador de fórmula 1 combinado con arcade, de excelentes y coloridos gráficos pero que no llega a alcanzar la calidad y fluidez de los que hemos comentado anteriormente, o Stunt Car Racer (Micro Style – Microprose, 1989), creado por Geoff Crammond (el de Formula One Grand Prix), un excelente simulador de carreras 1 contra 1 en pistas elevadas con gráficos 3D vectoriales, con precipicios a los lados y gran sensación de movimiento, rampas y ondulaciones del terreno, pero un poco monótono cuando lo has jugado unas cuantas veces. En fin, habría muchos más por jugar y recomendar, cada uno de su padre y su madre, estos son los que recomiendo y vale mucho la pena jugar, así que a por ellos. 

Chuck McGallagher


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