“First there was Menace, now… Psygnosis presents… a DMA Design game… Blood Moneeeey” . Pelos como escarpias, nada más iniciar la secuencia de presentación la primera vez que cargabas el juego en tu Atari ST o Amiga no te lo podías ni creer, esa voz digitalizada que te helaba la sangre y te introducía en una nueva atmósfera, te teletransportaba al instante a un universo oscuro, desconocido, tétrico, hacía que antes de haber empezado la primera partida supieras al instante que habías acertado al comprarte el juego. Es más, al arrancar la animación inicial con la nave esquivando meteoritos y aterrizando en un planeta de lo más chungo (mira que hay planetas donde ir a parar cuando uno se pierde en el espacio), ya estabas pensando en todo lo que ibas a fardar delante de tus amigos con esta maravilla de shoot’em up que sacó Psygnosis en 1989.
Estamos ante todo un clásico (aunque un tanto olvidado) de los videojuegos para ordenador y una auténtica hemorragia de satisfacción. Es la continuación del videojuego Menace (Psygnosis, 1988). Para muchos Blood Money es un arcade de dificultad demasiado alta, para otros, todo un reto a prueba de nervios y habilidad y, para la mayoría, una obra maestra que a finales de los 80 y durante los 90 pocas veces fue igualada en 16 bits. Y es que cuando los genios pensantes de la factoría Psygnosis publicaban un nuevo trabajo lo convertían con su sello personal en una obra de arte, más allá de la jugabilidad y diversión siempre premiaba el acabado, el diseño y la plasticidad en todos los detalles. En el caso del juego que nos ocupa, no fue en absoluto para menos. Los chicos de Psygnosis rozaron el cielo con tíulos tan destacados como Lemmings, Shadow of the Beast, Wipeout o The Killing Game Show. Guiados en buena parte por la estética gráfica del dibujante inglés Roger Dean (que se ganó la fama mundial ilustrando las portadas del grupo de rock progresivo-sinfónico Yes), se forjaron una trabajada imagen basada en la creación de mundos oscuros de fantasía y ciencia ficción que eran la piedra de toque de todos sus trabajos.
Por supuesto, el videojuego que nos ocupa no iba a ser menos. Se trata de un shoot’em up de de scroll lateral de naves espaciales al más puro estilo R-type (el videojuego clásico que Irem había publicado dos años antes, en 1987). Es más, para mí ambos juegos son primos hermanos, ya que en ambos casos hablamos de una aeronave que se interna en mundos tétricos de fantasía al más puro estilo H. R. Giger, enemigos a cascoporro de todas las especies animales y alienígenas imaginables y paredes y superficies que matan con sólo rozarlas. Mientras que R-type apareció inicialmente como máquina recreativa y luego dio el salto a ordenadores de 8 y 16 bits (y posteriormente a videoconsolas), Blood Money fue desarrollado íntegramente para ordenadores domésticos, inicialmente para Amiga y después para Atari ST y Commodore 64. La versión para Atari ST inexplicablemente sólo contenía la parte inicial de la aclamada presentación, con imágenes y voces digitalizadas, pero la versión para Amiga contenía además una secuencia animada completa.
Además del espectacular despliegue gráfico que ofrece el juego en la intro y en la puesta en escena de los niveles (no hay que olvidar que estamos a finales de los 80), un elemento que destaca enormemente es la música que acompaña en todo momento a cada fase. Aspecto a menudo olvidado o relegado a un papel secundario en la época, en este caso se convierte en el auténtico protagonista de la aventura y está realmente al nivel del despliegue de ciencia fiicicón y fantasía futurista ofrecido. El juego no permite música y efectos sonoros a la vez, de manera que hay que escoger obligatoriamente, y sinceramente no hay motivo para perderse esa melodía. De un marcado tono misterioso, tétrico y un tanto inquietante, la música se convierte progresivamente en un perfecto compañero de viaje (y más vale que te guste, porque acaba por hacerse un tanto repetitiva y sólo hay una única melodía para todo el juego).
En Blood Money no hay múltiples fases ni niveles, una vez empieza ya no hay vuelta atrás ni respiro alguno hasta que llegues al final. Simplemente al empezar debes escoger entre 4 planetas, pero al inicio sólo dispones de dinero suficiente para acceder a dos, y más adelante si sales vivo de ellos podrás desbloquear los otros. Cada planeta representa por si mismo un juego diferente, donde podemos pilotar 4 artefactos: helicóptero (planeta gris, metálico), submarino (plateta verde, marino), hombre con traje a retropropulsión y arma de fuego (planeta azul, de hielo) y aeronave (planeta rojo, de fuego). Cada uno de ellos nos transporta a un mundo por explorar lleno de peligros y hostiles criaturas al acecho, los planetas son largos a más no poder (al menos te llevará una hora de juego llegar al final de uno de ellos), constan de un extenso mapeado por el que te mueves lateralmente y a veces verticalmente, donde debes esquivar hasta las paredes, plataformas salientes y compuertas que cierran el paso, además de destruir a todos los enemigos que te salgan al paso, a veces sueltos y a veces en bandadas de hileras interminables dispuestos a hacer pedazos a cualquier intruso (hay que decir que a veces estas bandadas de enemigos en fila van completamente a su rollo y pasan de ti, como si no te vieran). La destrucción de los enemigos mediante tus disparos hace caer monedas de distinto valor que debes ir recogiendo en la mayor canitdad posible, y así al acceder a las numerosas tiendas de equipamiento podrás comprar armamento de todo tipo para mejorar tu alcance (disparo doble, triple, hacia atrás, bombas, proyectiles de largo alcance y hasta vidas extra). Cada planeta tiene al final el famoso e inevitable bicho de final de fase, pero en este caso todos son inexplicablemente fáciles de vencer, sobretodo teniendo en cuenta lo difícil que es el resto del juego.
La dificultad es altamente elevada, siendo el primer planeta o mundo (helicóptero) el más asequible, si es que se puede llamar así, el segundo planeta (submarino) es más movidito y cuenta desde un inicio con muchos más enemigos en pantalla, y los dos últimos (hombre y aeronave) son de un nivel que requiere realmente mucha habilidad y bastantes horas de dedicación.
- El planeta gris o planeta metálico representa un mundo lleno de tecnología mecanizada de ciencia ficicón que exploraremos a bordo de un helicóptero. La nave no tiene una extraordinaria movilidad, lo cual acentúa la dificultad, y los enemigos son todo tipo de robots, estrellas metálicas, cohetes, cuchillas giratorias, láseres de largo alcance y torres disparadoras. El jefe del final es, como no podía ser de otro modo, una nave espacial que paupérrimamente va dando vueltas y vueltas hasta que por piedad decides acabar con ella antes de que muera de un mareo reiterativo.
- El planeta marino recrea un mundo de las profundidades de un abismo acuático, con nuestro submarino anaranjado deberemos sumergirnos en un caos de todo tipo de criaturas marinas, algas, medusas, mordazas, tentáculos, burbujas y otros submarinos enemigos que nos torpedearán hasta la saciedad. El bicho final son tres serpientes o reptiles de feroces cabezas, que tienen un corto alcance y que son más impresionantes que realmente dañinas, las muy ilusas.
- El planeta azul nos lleva a un mundo congelado donde el hielo y la nieve son los protagonistas. Cuando nos atrevamos a explorarlo por 300$ que deberemos haber recolectado con nuestro paso por uno de los planeas anteriores, dirigiremos a un hombre enfundado en un traje espacial a propulsión y armado con una pistola láser. Nos enfrentaremos a todo tipo de minas, lanzaproyectiles, estalactitas heladas, ovnis y rocas de hielo, además de algún gigantesco monstruo marino con mucha hambre y malas pulgas. Por cierto, a alguien se le ocurrió plantar ahí a un simpático muñeco de nieve en el decorado (tal cual). Resulta difícil describir el monstruo del final, es una especie de cabeza de alien de desafortunada puntería y poca habilidad.
- El planeta rojo o de fuego, sólo accesible con 400$ en el bolsillo como resultado de nuestro paso (improbablemente) fructífero por otros planetas, representa un universo de llamas y acción difícilmente asequible sin un buen entrenamiento por los planetas anteriores. Campos de lava mortífera escupefuego sirven de escondrijo para toda clase de gusanos, serpientes, ojos que salen de las paredes y naves giratorias. El ingenuo y asustadizo jefe del final es una sorprendente especie de cerebro cabreado con cañones de fuego. Y eso es todo, por si a alguien le parecía poco.
El programa ofrece dos modos de juego, “patient” e “inpatient”, en función del nivel de velocidad que queramos imprimirle. Está claro que si en modo “patient” la dificultad ya es elevada en según qué planetas, sólo falta acelerar las cosas para poner realmente nuestros nervios a prueba.
En definitiva, un exigente, dificultoso y largo juego que representa toda una maravilla audiovisual y una obra de arte para todo lo que se iba a cocer durante los venideros años 90 en el universo de los shoot’em up. Cuidado hasta el extremo por un amor a los detalles y los rincones inhóspitos, es una propuesta para sumergirnos en mundos de fantasía y ciencia ficción y dejarnos llevar por el envolvente clima tétrico de inquietud que siempre acompaña a las creaciones de Psygnosis.
Algunos peros que se le pueden poner son, además de su elevada dificultad progresiva, la limitada movilidad de las naves que manejamos y algunos movimientos de scroll ligeramente bruscos cuando toca un desplazamiento vertical. Pero en absoluto oscurecen este genial videojuego que llegó a inundar de diversión y entretenimiento muchas de nuestras horas en nuestra habitación frente a ese televisor Emerson o Elbe (apuesto a que tú también tenías uno conectado a tu ordenador), que usábamos hasta calentarlo más que una estufa de butano en enero, en lugar de hacer los deberes del colegio y hasta ponernos los ojos tan rojos que ya empezábamos a ver doble los botones del joystick.
Chuck McGallagher
4 comentarios
jawler · 3 mayo, 2015 a las 19:44
La de tardes que pasamos disfrutando de este juego y otros como Indiana Jones, loom o monkey island,..
Gracias por este análisis!!!
Joaquín · 3 mayo, 2015 a las 19:56
Gran analisis y muy currado, yo a este juego no tuve la opción de jugar en su día, de este estilo tenia el R—type y thunder force, gracias a tu analisis y a la recreativa low cost voy a hacerle sangre, un placer descubrir joyitas como esta.
DjLover21 · 3 mayo, 2015 a las 20:07
Excelente análisis y aporte Chuck, bienvenido al equipo de Retrobros. Creo que te has currado el aporte con más cariño desde que tenemos la web. El juego no llegué a descubrirlo, pero gracias a ti y a mi hermano Jawler descubrí el maravilloso mundo del Atari ST. Voy a rejugarlo vía emulación, ya que después de leer tu review me ha entrado el gusanillo. Un abrazo y enhorabuena de nuevo. Gracias y un saludo.
Pablures Mg · 7 noviembre, 2016 a las 03:02
«Blood Money» siempre ha estado en mi Top Ten personal de juegos de Amiga. Muy difícil pero con una jugabilidad endiablada, además nos permitía pasarle por el morro a nuestros amigos poseedores de un Atari ST la impresionante presentación que no venía en la versión de Atari (después se tomaron su venganza con la extraordinaria conversión de «Defender of the Crown» para ST).
En fin, un imprescindible al que aún hoy juego de vez en cuando y en el cual continúo siendo incapaz de pasarme si quiera un planeta: seguimos intentándolo después de quince años.
Saludo y Amiga Forever!